miércoles, 21 de octubre de 2009

Porque yo te amo eternidad...

¿Cuánto tiempo llevas sentado sobre tu infortunio?
Ten cuidado; me empollarás
un huevo, un huevo de basilisco
salido de tu gran aflicción.
¿Por qué se desliza Zaratustra a lo largo de la montaña?
Receloso, llagado, sombrío,
un acechador desde hace tiempo;
pero de repente, un rayo,
nítido, espantoso, una sacudida
desde el abismo hacia el cielo:
incluso los tuétanos de la montaña
se estremecen...
Donde odio y rayo se hicieron uno,
una maldición,
sobre las montañas ya impera la cólera de Zaratustra,
como un nubarrón se desliza por su camino.
¡Que se oculte quien tenga un último techo!
¡Venga a la cama, vosotros los femeniles!
Ya retumban truenos sobre las bóvedas,
ya tiembla lo que es viga y muro,
ya culebrean relámpagos y azufradas verdades;
Zaratustra maldice...

Esta moneda, con la que
todo el mundo paga,
-la fama-
esta moneda la tomo con guantes,
bajo mis plantas la pisoteo con asco.
¿Quién quiere ser pagado?
Los que se dejan comprar...
Quién está en venta alarga
sus pringosas manos
hacia la fama, ese universal tintineo de hojalata.
¿Quieres comprarlos?
Todos se dejan comprar.
Pero ofrece mucho,
que retiña la bolsa llena!
si no los fortaleces,
si no, fortaleces su virtud...
Todos son virtuosos
Fama y virtud...cuadran
Mientras viva el mundo,
pagará el parloteo de la virtud
con el trapaleo de la fama;
el mundo vive de ese estruendo
¡Ante los virtuosos
yo quiero ser culpable,
significarme deudor de toda gran culpa deudora!
Ante todas las bocinas de la fama
mi ambición se convierte en gusano;
entre estos tales me apetece
ser el ínfimo...
Esta moneda, con la que
todo el mundo paga
-la fama-
esa moneda la tomo con guantes
bajo mis plantas la pisoteo con asco.

¡Silencio!
De grandes cosas -¡veo lo grande-
hay que callar
o hablar a lo grande:
¡habla a lo grande, mi extasiada sabiduría!
Alzo los ojos;
allá ruedan mares de luz:
¡oh noche, oh silencio, oh estruendo mortalmente callado!...
Veo una señal;
desde las más lejanas lejanías
hacia mí desciende lenta, fulgurante, una constelación...

¡Astro supremo del ser!
¡Tabla de escenas eternas!
¿Vienes tú hacia mí?
Lo que nadie ha visto,
tu muda belleza,
¿cómo, es que no huye de mis miradas?
¡Blasón de la necesidad!
¡Tabla de escenas eternas!
pero tu bien sabes
lo que tú bien sabes
lo que todos odian,
lo que únicamente yo amo:
¡que eres eterna!
¡que eres necesaria!
Mi amor se inflama
eternamente sólo ante la necesidad.
¡Blasón de la necesidad!
¡Astro supremo del ser!
que ningún deseo alcanza,
que ningún No mancilla,
eterno Sí del ser,
eternamente soy tu Sí:
porque te amo eternidad!

Friedrich Nietzsche

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