lunes, 22 de noviembre de 2010

Los dos relojes.

¿Qué es mejor, un reloj que da la hora exacta una vez por año, o un reloj que es puntual 2 veces al dia? "Este último", contestarás, incuestionablemente. Muy bien, ahora atiende.
Supongamos que tengo dos relojes: uno no funciona en lo absoluto, y el otro se retrasa un minuto al dia: ¿cuál prefeririías? "El que se retrasa", replicarías sin ninguna duda. Ahora observa: el que se retrasa un minuto al dia tiene que emplear doce horas, o setecientos veinte minutos, hasta que de nuevo señale la hora correcta; por consiguiente, es puntual una vez cada 2 años, mientras que el otro es puntual evidentemente siempre que sea la hora por él indicada, lo que ocurre 2 veces por dia.
De manera que ya te has contradicho una vez.
"Ah, pero", dirás, "¿De qué me sirve que sea puntual dos veces al dia si no puedo saber cuándo lo es?"
Bueno, supongamos que el reloj marca las ocho en punto, ¿no comprendes que el reloj será puntual a las ocho en punto? Tu reloj señalará la hora exacta cuando sean las ocho en punto.
"Sí, ya veo" me contestarás.
Muy bien, por lo tanto te has contradicho ya dos veces; ahora sal del aputo lo mejor que puedas y procura no contradecirte una vez más.
Podrías seguir diciendo: "¿Cómo habría de saber cuándo son las ocho en punto? Mi reloj no me lo dirá". Ten paciencia: sabes que, cuando sean las ocho, tu reloj irá bien, perfecto; por lo tanto, esto es lo que tienes que hacer: mantén la vista fija en el reloj y, en el momento en que dé puntualmente la hora, serán las ocho. "Pero...", será tu balbuceo. Pero -ya es bastante- vale más que desistas en tu vana demanda de algo conforme a los usos de tu sentido común. Te alejarás más y más, a medida que preguntes, del punto en que se sustentaba tu necio equilibrio, de modo que lo mejor será que te calles.



Lewis Carroll, Matemática Demente.

sábado, 9 de octubre de 2010

La casa de Asterión

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redeentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?



El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.




Jorge Luis Borges

martes, 5 de octubre de 2010

¿Qué pasa?

Voy a un museo, un museo dedicado al arte "contemporáneo" (¿qué rayos es eso?) y me doy cuenta de cuántas PENDEJADAS son consideradas "arte". ¿De qué se trata? Sólo por causar polémica o reflexión uno debe inventar la primer pendejada que su pobre mente le permita? No me vengan que para poner un zapato sobre una silla o pegar una vieja postal en una tabla que, parece ser, sacaron de la basura. ¿Dónde quedó la genialidad, la inspiración, el retrotraimiento del corazón hacia el fondo de la naturaleza y la vida que la auténtica experiencia artística nos permite? Reconozco que el arte trata de una inspiración poética y eso no debería importar del todo a los otros, a los meros espectadores, pero cómo rayos podemos elevar semejantes estupideces a la categoría de arte y, con ello, rebajar a los grandes genios que sí nos han dejado algo para la eternidad. No trato con esto de reservar el privilegio del arte y de la alegría que hacer arte nos causa, a los grandes genios, pero por dios (o si son ateos, sacre bleu!)
si, como dijo Nietzsche, "El arte es la tarea suprema y la actividad propiamente metafísica de esta vida.", entonces sin duda alguna vamos derechito al caño...

MG.

Lo bello

Me dicen que abra los ojos y contemple las bellezas que el sol alumbra; que admire sus montañas, sus valles, sus torrentes, sus plantas, sus animales y no sé cuantas cosas más. Pero entonces, ¿el mundo no es más que una linterna mágica?. Ciertamente el espectáculo es espléndido, pero en cuanto a representar allí algún papel, eso es otra cosa...

martes, 28 de septiembre de 2010

Poema...

Una carcajada
De zafiro en la isla de Ceylán

Los más hermosos sombreros de paja
Están descoloridos
Bajo los cerrojos

En una granja solitaria
Dia a dia
Se agrava
Lo agradable

Un camino transitable
Os conduce al borde de lo desconocido

El café
Predica en su provecho
El artífice cotidiano de nuestra belleza

Señora
Un par
De medias de seda
No es

Un salto en el vacio
Un ciervo

Primero el amor
Todo podría arreglarse tan bien
Paris es un pueblo grande


Vigilad
Los rescoldos tapados
La oración
Del buen tiempo

Sabed que
Los rayos ultravioleta
Han acabado su tarea
Pronto y bien

El primer diario blanco
Del azar
Será el rojo

El cantor errante
¿dónde está?
En la memoria
En su casa
En el baile de los ardientes

Hago
Al bailar
Lo que se ha hecho, lo que se hará



André Breton, los secretos del arte mágico surrealista, Primer manifiesto del surrealismo.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Sus ojos

En cuanto a sus ojos, estos eran realmente reveladores. A pesar de que los tenía medio ciegos, de ningún modo era su mirada vacilante e involuntariamente escrutadora, como sucede en la mayoría de los miopes. Más bien, parecían guardianes que cuidaban sus propios tesoros, centinelas que protegen el acceso a un misterio impenetrable. Su vista enferma cubría sus rasgos con un encanto mágico, ya que en vez de reflejar sensaciones fugaces, provocadas por el torbellino de los sucesos exteriores, solamente dejaban traslucir las emociones que nacían de su propio pensamiento. Tenía la mirada volcada hacia adentro, pero al mismo tiempo -sobrepasando los objetos familiares- parecía vagar por el infinito o, más precisamente, sus ojos contemplaban su vida interior como si observaran el infinito. Porque su actividad íntegra era una exploración del alma humana en busca de nuevos horizontes, en busca de esas "posibilidades aun no agotadas" que no se cansaba nunca de crear y de transformar en el fondo de su pensamiento. Cuando se animaba -como le ocurria con frecuencia en nuestras conversaciones- se veía encenderse una luz conmovedora en el trasfondo de sus pupilas, que inmediatamente se apagaba. Pero cuando estaba triste y amargado, su soledad se manifestaba por un humor sombrio, casi amenazador, que parecía trepar de lo más hondo de su ser -de ese abismo interior en el seno del cual estaba sempre solo, y desde el cuañ con nadie podía compartrir su soledad- de este abismo que en ocasiones le hacía estremecerse de horror, y al fondo del cual su genio acabó por zozobrar sin posibilidades de salvación.

Lou Andreas Salomé, "Nietzsche"

martes, 22 de junio de 2010

domingo, 20 de junio de 2010

Ocurrencias nocturnas

¿Es necesario entonces que aparezcas en mi mente mientras intento dormir?
Ya es una bendición de los dioses poder verte, sólo quiero dormir en paz...

Esta es mi vida; soy yo el que vive y soy yo el que morirá. ¿Quién tiene entonces el descaro para decirme qué hacer o no...vivan sus vidas y déjenme en paz.

Uno debe actuar así, uno debe vestir así, uno debe hacer tal o cual en la vida...
La cobardía de no aceptar la muerte y tomar las riendas de nuestra propia vida.

"Amar es dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere"
En mi caso lo cambiaría por "amar es dar todo lo que se tiene..."

Si mi vida sólo es un paso previo al paraiso y a la vida eterna, ¿por qué habría de preocuparme morir? ¿por qué habría de importarme algo siquiera en esta vida si todo lo que me rodea es finitud...es muerte?
¿Cómo entender que cada instante vivido es único e irrepetible si la muerte no es algo que me preocupa?

La muerte nos angustia, nos aterra porque en el fondo lo único que sabemos es que consiste en un dejar de ser. Con la muerte no hay más posibilidades y se termina, te acabas, te vas...aceptar la muerte y la finitud es el primer paso para una vida auténtica.

Detesto que la palabra "amor" se haya convertido en una cosa más, en un objeto de consumo cualquiera...me aterra la posibilidad de decírle "te amo" a alguien que no lo va a entender más allá de "quiero tener sexo contigo"

Estoy harto de esta gente...harto de ver masas y no seres humanos.
Harto de ver existencias y no vidas.

La música me salva de lo nauseabundo de la vida cotidiana.

Somos unos egoistas, unos cerdos egoistas todos...y ¿cómo no serlo? qué inhumano sería no serlo.

Unión de contrarios...dolor y alegría, la vida siempre será un infinito dolor y una infinita alegría, pero también toda alegría será más profunda que el dolor.

Cuánta hipocresía encuentro en ustedes, sus eventos apestan a falsos ideales.

Si en estos dias todo se trata de tolerancia y libertad de expresión...no entiendo por qué no se tolera a los intolerantes, también es una postura válida estar en contra.

Me encanta Sigur Rós, The Beatles y la música "clásica"

Me encanta el café de grano hervido en agua sin ningún filtro en el proceso

El principal problema de México son los mexinacos.

Odio la actitud mediocre, quejumbrosa y tranzera del mexinaco promedio.

Díganme lo que quieran, malinchista resentido...lo que quieran...pero me CAGA el mexicano promedio con sus actitudes mediocres y su mente marca televisa.

Díngame nazi o lo que quieran, menos me importa, pero claro que hay, no razas superiores (esas son sólo estupideces) sino formas de vida superiores, grandes, plenas, fuertes y claro...otras pobres y débiles y así lo son porque así lo quieren. Somos responsables de nosotros mismos y hacemos de nosotros lo que nosotros mismos queremos.

Corrijo...
por experiencia propia, amar es dar todo lo que se tiene a alguien que no lo quiere...

sábado, 19 de junio de 2010

()

El acto surrealista más simple consiste en salir a la calle con un revólver en cada mano y, a ciegas, disparar cuanto se pueda contra la multitud.
Quien nunca en la vida haya sentido ganas de acabar, de este modo, con el principio de degradación y embrutecimiento existente hoy en dia, pertenece claramente a esta multitud y tiene la panza a la altura del disparo.

André Breton

El imperio de las luces...



René Magritte, 1954
Óleo sobre lienzo

El dia y la noche se entrechocan sin llegar a unirse. Forman parte de un mismo universo y, no obstante, son extraños entre sí, del mismo modo que los estados de vigilia y de sueño aparentemente nada tienen en común...

El mismo Magritte comentó sobre El imperio de las luces

"La concepción de un cuadro, es decir, la idea, no se visualiza con el mismo: es imposible ver una idea con los ojos. Lo que un cuadro representa es lo visible a los ojos, esto o las cosas que tenían necesidad de tal idea. Esas son también las cosas representadas en el cuadro El imperio de las luces . Mejor dicho, lo que aparece es un paisaje nocturno y por otro lado el cielo que podemos ver en un dia despejado. El paisaje representa la noche y el cielo, el dia. La evocación de la noche y el dia tiene, creo yo, el poder de sorprendernos y fascinarnos. Designo este poder con el nombre de poesía. Si atribuyo a esta evocación tal poder es, sobre todo, porque siempre me han interesado el día y la noche, sin que jamás haya sentido preferencias por ninguno de los 2. Este fuerte interés personal sobre el día y la noche es un sentimiento de asombro y de admiración."

El abismo plateado...



René Magritte

La condición humana...


La condición humana
René Magritte, 1935

¿Es el arte una ventana al mundo o un espejo de este?

Como cuando en dia de fiesta

Como cuando en día de fiesta, a ver el campo
va un labrador, por la mañana, después
que en la noche tibia los rayos helados cayeron
sin cesar, y a lo lejos aún suena el trueno,
entra el río de nuevo en sus márgenes,
y fresco el suelo verdea,
y de la lluvia alegre del cielo
gotea la viña, y brillando
en el tranquilo sol se alzan los árboles del bosque

así estáis bajo un propicio tempero
vosotros, los que no educa ningún maestro, sino,
maravillosamente omnipresente, en leve abrazo,
la potente Naturaleza de hermosura divina.
Por eso cuando ella parece dormir, en ciertos tiempos del año,
allá en el cielo o entre las plantas o los pueblos,
también se entristece el rostro de los poetas;
parecen estar solos, pero la presienten siempre.
Pues presintiéndose reposa ella misma.

Pero ahora amanece! Yo esperé y lo vi venir,
y sea mi palabra lo que vi, lo sagrado.
Pues ella, ella misma, que, más antigua que los tiempos,
está por encima de los dioses del occidente y del oriente,
ella, la Naturaleza, ha despertado ahora con ruido de armas,
y desde lo sumo del éter hasta lo hondo del abismo,
según firmes leyes, como otrora, engendrada en el sagrado Caos,
se siente de nuevo la animación,
de nuevo, la creadora de todo.

Y como en los ojos le brilla un fuego al hombre
cuando proyecta lo elevado, así
de nuevo, ante los signos y los hechos del mundo,
ahora se ha encendido un fuego en las almas de los poetas.
Y lo que ocurrió antes, pero apenas fue sentido,
ahora por primera vez se hace manifiesto,
y los que nos labraban sonriendo el campo,
en apariencia de siervos, son reconocidos,
los vivificadores, las fuerzas de los dioses.

¿Les preguntas? En la canción sopla su espíritu,
si con el sol del día y la cálida tierra
despierta, y las tormentas que van por el aire y otras
que, más preparadas en las honduras del tiempo,
y más henchidas de numen, y más significativas para nosotros,
marchan entre cielo y tierra y por entre los pueblos.
Del Espíritu común pensamientos son,
que terminan en silencio en el alma del poeta.

Para que súbitamente tocada ésta, conocedora
de lo infinito ha largo tiempo, sacudida
por el recuerdo e inflamada por sagrado rayo,
se logre el fruto nacido en el amor, la obra de los dioses y los hombres,
el cántico, que de ambos dé testimonio.
Así cayó según cuentan los poetas, su rayo en la casa
de Semele cuando ella anheló ver realmente al dios,
y, ceniza mortalmente tocada, parió
al fruto de la tormenta, al sagrado Baco.

Y por eso ahora beben fuego celestial
sin peligro los hijos de la tierra.
Pero a nosotros nos toca, bajo las tempestades de Dios,
¡oh poetas!, permanecer con la cabeza descubierta,
captar el rayo del Padre, a él mismo, con nuestra propia mano,
y entregar al pueblo, velados
en la canción, los celestes dones.
Porque sólo nosotros somos de corazón limpio
como los niños, y nuestras manos, son inocentes.

El puro rayo del Padre no lo consume
y sacudido en lo más hondo, compartiendo las penas
de un dios, sin embargo, el corazón eterno permanece firme


Hölderlin

viernes, 18 de junio de 2010

Distribución Binomial

Bueno, como algunos ya saben la distribución binomial calcula la probabilidad de obtener "k" éxitos en una sucesión de n ensayos Bernoulli independientes entre sí y todos con una probabilidad "p" de éxito y de q=1-p de fracaso, aqui les dejo un código para java que hice que calcula
P(X=k)
P(X<=k)
P(X>=k)
obviamente con una "n" y una "p" dadas por el usuario al inicio


import java.util.*;
public class Binomial
{

public static double facrec(int n)
{
if (n==0)
return 1;
else
return n*facrec(n-1);
}
public static double coeficiente(int n, int k)
{

double resp;
resp=facrec(n)/(facrec(k)*facrec(n-k));
return resp;

}
public static double fmp(int n, double p,int k)
{
double resp;
resp=1;

resp=coeficiente(n,k)*Math.pow(p,k)*Math.pow(1-p,n-k);
return resp;
}
public static double complemento(int n, double p, int x)
{
double resp;
resp=1-fpa(n,p,x-1);
return resp;
}
public static double fpa(int n, double p, int x)
{
int i;
double resp;
resp=0;
for (i=0;i<=x;i=i+1)
{
resp=resp+fmp(n,p,i);
}
return resp;
}
public static void main(String[] args)
{
Scanner lee;
lee = new Scanner(System.in);
double p,prob,prob1;
int n,k,m,k1;
System.out.println("Dame la n y la p");

n=lee.nextInt();
p=lee.nextDouble();
System.out.println("Dame m para calcular P(X=m)");
m=lee.nextInt();
prob =fmp(n,p,m);

System.out.println(prob);
System.out.println("Dame la k para calcuar P(X<=k)");
k=lee.nextInt();
prob1=fpa(n,p,k);
System.out.println(prob1);

System.out.println("Dame una k para calcular P(X>=k)");
k1=lee.nextInt();
System.out.println(complemento(n,p,k1));


}
}

miércoles, 21 de abril de 2010

Hölderlin y la esencia de la poesía

¿POR QUÉ se ha escogido la obra de Hölderlin con el propósito de mostrar la esencia de la poesía? ¿Por qué no Hornero o Sófocles, por qué no Virgilio o Dante, por qué no Shakespeare o Goethe? En las obras de estos poetas se ha realizado la esencia de la poesía tan ricamente o aún más que en la creación de Hölderlin, tan prematura y bruscamente interrumpida. Puede ser. Sin embargo, sólo es Hölderlin el escogido. Pero ¿es posible deducir de la obra de un único poeta, la esencia general de la poesía? Lo general, es decir, lo que vale para muchos, sólo podemos alcanzarlo por medio de una reflexión comparativa. Para esto es necesario la muestra del mayor número posible de la multiplicidad de poesías y géneros poéticos. La poesía de Hölderlin es sólo una entre muchas. De ninguna manera basta ella sola como modelo para la determinación de la esencia de la poesía. Por eso nuestro propósito ha fracasado en principio, si entendemos por "esencia de la poesía" lo que se contrae en el concepto que vale igualmente para toda poesía. Pero esto general que vale igualmente para todo particular es siempre o indiferente, aquella "esencia" que nunca puede ser esencial. Buscamos precisamente lo esencial de la esencia que nos fuerza a decidir si en lo venidero tomamos en serio la poesía y cómo; si junto obtenemos los supuestos para mantenernos en el dominio de la poesía y cómo.

Hölderlin no se ha escogido porque su obra, como una entre otras, realice la esencia general de la poesía, sino únicamente porque está cargada con la determinación poética de poetizar la propia esencia de la poesía. Hölderlin es para nosotros en sentido extraordinario el poeta del poeta. Por eso está en el punto decisivo.

Sólo que poetizar sobre el poeta ¿no es la señal de un narcisismo extraviado y a la vez la confesión de una carencia de plenitud del mundo? ¿Poetizar sobre el poeta no es un exceso desconcertante, algo tardío, un final?

La respuesta es la siguiente: es indudable que el camino por el que logramos la respuesta es una salida. No podemos aquí como sería necesario, exhibir cada una de las poesías de Hölderlin en un recorrido completo. En vez de esto, sólo reflexionaremos en cinco palabras-guía del poeta sobre la poesía. El orden determinado de estos motivos y su conexión interna deben poner ante los ojos la esencia esencial de la poesía.

1.
En una carta a su madre de enero de 1799 Hölderlin llama a la poesía "la más inocente de todas las ocupaciones" ¿Hasta dónde es "la más inocente"? La poesía se muestra en la forma modesta del juego. Sin trabas, inventa su mundo de imágenes y queda ensimismada en el reino de lo imaginario.

Este juego se escapa de lo serio de la decisión que siempre de un modo o de otro compromete (schuldig macht). Poetizar es por ello enteramente inofensivo. E igualmente es ineficaz, puesto que queda como un hablar y decir. No tiene nada de la acción que inmediatamente se inserta en la realidad y la transforma. La poesía es como un sueño, pero sin ninguna realidad, un juego de palabras sin lo serio de la acción. La poesía es inofensiva e ineficaz. ¿Qué puede ser menos peligroso que el mero lenguaje? Al llamar a la poesía "la más inocente de las ocupaciones", todavía no hemos concebido su esencia. Pero al menos indicamos por dónde debemos buscarla. La poesía crea su obra en el dominio y con la "materia" del lenguaje. ¿Qué dice Hölderlin sobre el lenguaje? Oigamos una segunda palabra del poeta.

2.
En un bosquejo fragmentario que data del mismo tiempo 1800 que el citado pasaje de la carta, dice el poeta:

"Pero el hombre vive en cabañas recubriéndose con un vestido recatado, pues mientras es más íntimo, es más solícito y guarda su espíritu, como la sacerdotisa la flama celeste, que es su entendimiento. Y por eso se le ha dado el albedrío y un poder superior para ordenar realizar lo semejante a los dioses y se le a dado al hombre el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya, se hunda y regrese a la eternamente viva, a la maestra madre, para que muestre lo que es, que ha heredado y aprendido de ella lo que tiene de más divino, el amor que todo lo alcanza" ( IV, 246).

El lenguaje, el campo del "más inocente de los bienes", "el más peligroso de los bienes": cómo se concilian ambas frases? Dejemos estas primeras preguntas y reflexionemos en tres cuestiones previas: 1) ¿De quién es el lenguaje un bien? 2) ¿Hasta dónde es el más peligroso de los bienes? 3) ¿En qué sentido es en general un bien?

Fijémonos desde luego en qué lugar está la palabra sobre el lenguaje: en el bosquejo de una poesía que debe decir quién es el hombre a diferencia de otros seres de la naturaleza; se nombran la rosa, el cisne, el ciervo en el bosque ( IV, 300 y s85). En el contraste de la planta frente al anima empieza el citado pasaje: "Pero el hombre vive en cabañas."

¿Quién es el hombre? Aquel que debe mostrar lo que es. Mostrar significa por una parte patentizar y por otra que lo patentizado queda en lo patente. El hombre es lo que es aun en la manifestación de su propia existencia. Esta manifestación no quiere decir la expresión del ser del hombre suplementaria y marginal, sino que constituye la existencia del hombre. Pero ;qué debe mostrar el hombre? Su pertenencia a la tierra. Esta pertenencia consiste en que el hombre es el heredero y aprendiz en todas las cosas. Pero éstas están en conflicto. A lo que mantiene las cosas separadas en conflicto, pero que igualmente las reúne, Hölderlin llama "intimidad". La manifestación de la pertenencia a esta intimidad acontece mediante la creación de un mundo, así como por su nacimiento, su destrucción y su decadencia. La manifestación del ser del hombre y con ello su auténtica realización acontece por la libertad de la decisión. Esta aprehende lo necesario y se mantiene vinculada a una aspiración más alta. El ser testimonio de la pertenencia al ente en totalidad acontece como historia. Pero para que sea posible esta historia se ha dado el habla al hombre. Es un bien del hombre.

Pero, ¿hasta dónde es el habla "el más peligroso de los bienes"? Es el peligro de los peligros, porque empieza a crear la posibilidad de un peligro. El peligro es la amenaza del ser por el ente. Pero el hombre expresado en virtud del habla es un Revelado a cuya existencia como ente asedia e inflama, y como no-ente engaña y desengaña. El habla es lo que primero crea el lugar abierto de la amenaza y del error del ser y la posibilidad de perder el ser, es decir, el peligro. Pero el habla no es sólo el peligro de los peligros, sino que encierra en sí misma, para ella misma necesario, un peligro continuo. El habla es dada para hacer patente, en la obra, al ente como tal y custodiarlo. En ella puede llegar a la palabra lo más puro y lo más oculto, así como lo indeciso y común. La palabra esencial, para entender y hacerse posesión más común de todos, debe hacerse común. Respecto a esto se dice en otro fragmento de Hölderlin: "Tú hablas a la divinidad, pero todos han olvidado que siempre las primicias no son de los mortales, sino que pertenecen a los dioses. Los frutos deben primero hacerse más cotidianos, más comunes, para que se hagan propios de los mortales" ( IV, 238 ). Lo puro y lo común son de igual manera un dicho. La palabra como palabra no ofrece nunca inmediatamente la garantía de que es una palabra esencial o una ilusión. Al contrario una palabra esencial, a menudo toma, en su sencillez, el aspecto de inesencial. Y lo que, por otra parte, da la apariencia de esencial por su atavío es sólo una redundancia o repetición. Así, el habla debe mantenerse siempre en una apariencia creada por ella misma, y arriesgar lo que tiene de más propio, el decir auténtico.

Pero ¿en qué sentido es un "bien" para el hombre éste que es el más peligroso? El habla es su propiedad. Dispone de ella con el fin de comunicar experiencias, decisiones, estados de ánimo. El habla sirve para entender. Como instrumento eficaz para ello es un "bien". Sólo que la ausencia del habla no se agota en eso de ser un medio de entenderse. Con esta determinación no tocamos su propia esencia, sino que indicamos nada más una consecuencia de su esencia. El habla no es sólo un instrumento que el hombre posee entre otros muchos, sino que es lo primero en garantizar la posibilidad de estar en medio de la publicidad de los entes. Sólo hay mundo donde hay habla, es decir, el círculo siempre cambiante de decisión y obra, de acción y responsabilidad, pero también de capricho y alboroto, de caída y extravío. Sólo donde rige el mundo hay historia. El habla es un bien en un sentida más original. Esto quiere decir que es bueno para garantizar que el hombre puede ser histórico. El habla no es un instrumento disponible, sino aquel acontecimiento que dispone la más alta posibilidad de ser hombre. Debemos primero asegurarnos de esa esencia del habla, para concebir verdaderamente el campo de acción de la poesía y a ella misma. ¿Cómo acontece el habla? Para encontrar la respuesta a esta pregunta, reflexionemos sobre una tercera palabra de Hölderlin.

3.
Tropezamos con esta palabra en un proyecto grande y desarrollado para el poema incompleto que comienza: "Reconciliador en que tú nunca has creído..." (IV, 162 y 339 s.)

El hombre ha experimentado mucho
Nombrado a muchos celestes,
desde que somos un diálogo
y podemos oír unos de otro

4.

(IV, 343),



Hagamos resaltar luego, en estos versos, lo de inmediato referido en el contexto hasta aquí discutido: "Desde que somos un diálogo"... Nosotros los hombres somos un diálogo. El ser del hombre se funda en el habla; pero ésta acontece primero en el diálogo. Sin embargo, esto no es sólo una manera como se realiza el habla, sino que el habla sólo es esencial como diálogo. Lo que de otro modo entendemos por "habla", a saber, un repertorio de palabras y de reglas de sintaxis, es sólo el primer plano del habla. Pero ¿qué se llama ahora un "diálogo"? Evidentemente el hablar unos con otros de algo. Así entonces el habla es el medio para llegar uno al otro. Sólo que Hölderlin dice: "Desde que somos un diálogo y podemos oír unos de otros." El poder oír no es una consecuencia del hablar mutuamente, sino antes al contrario el supuesto de ello. Sólo que también el poder oír, en si, está arreglado sobre la posibilidad de la palabra y necesita de ésta. Poder hablar y poder oír son igualmente originarios. Somos un diálogo quiere decir que podemos oírnos mutuamente. Somos un diálogo significa siempre igualmente que somos un diálogo. Pero la unidad de este diálogo consiste en que cada vez está manifiesto en la palabra esencial el uno y el mismo por el que nos reunimos, en razón de lo cual somos uno y propiamente nosotros mismos. El diálogo y su unidad es portador de nuestra existencia (Dasein).

Pero Hölderlin no nos dice simplemente que somos un diálogo, sino: "Desde que somos un diálogo..."

Cuando la capacidad de hablar del hombre está presente y se ejercita, no está ahí sin más el acontecimiento esencial del habla: el diálogo. ¿Desde cuándo somos un diálogo? Donde debe haber un diálogo es preciso que la palabra esencial quede relacionada con el uno y el mismo. Sin esta relación es también justamente imposible disputar. Pero el uno y el mismo sólo pueden ser patentes a la luz de algo permanente y constante. Sin embargo, la constancia y la permanencia sólo aparecen cuando lucen la persistencia y la actualidad. Pero esto sucede en el momento en que se abre el tiempo en su extensión. Hasta que el hombre se sitúa en la actualidad de una permanencia, puede por primera vez exponerse a lo mudable, a lo que viene y a lo que va; porque sólo lo persistente es mudable. Hasta que por primera vez "el tiempo que se desgarra" irrumpe en presente, pasado y futuro, hay la posibilidad de unificarse en algo permanente. Somos un diálogo desde el tiempo en que "el tiempo es". Desde que el tiempo surgió y se hizo estable, somos históricos. Ser un diálogo y ser histórico son ambos igualmente antiguos, se pertenecen uno al otro y son lo mismo.

Desde que somos un diálogo, el hombre ha experimentado mucho, y nombrado muchos dioses. Hasta que el habla aconteció propiamente como diálogo, vinieron los dioses a la palabra y apareció un mundo. Pero, una vez más, importa ver que la actualidad de los dioses y la aparición del mundo no son una consecuencia del acontecimiento del habla, sino que son contemporáneos. Y tanto más cuanto que el diálogo, que somos nosotros mismos, consiste en el nombrar los dioses y llegar a ser el mundo en la palabra.

Pero los dioses sólo pueden venir a la palabra cuando ellos mismos nos invocan, y estamos bajo su invocación. La palabra que nombra a los dioses es siempre una respuesta a tal invocación. Esta respuesta brota, cada vez, de la responsabilidad de un destino. Cuando los dioses traen al habla nuestra existencia, entramos al dominio donde se decide si nos prometemos a los dioses o nos negamos a ellos.

Con esto podemos estimar plenamente lo que significa: "Desde que somos un diálogo..." Desde que los dioses nos llevan al diálogo, desde que el tiempo es tiempo, el fundamento de nuestra existencia es un diálogo. La proposición de que el habla es el acontecimiento más alto de la existencia humana ha obtenido así su explicación y fundamentación.

Pero inmediatamente surge la cuestión: ¿cómo empieza este diálogo que nosotros somos? ¿Quién realiza aquel nombrar de los dioses? ¿Quién capta en el tiempo que se desgarra algo permanente y lo detiene en una palabra? Hölderlin nos lo dice con la segura ingenuidad del poeta. Oigamos una cuarta palabra.

4.
Esta palabra forma la conclusión de la poesía En memoria (Andenken) y dice: "Mas lo permanente lo instauran los poetas" ( IV, 63 ) . Esta palabra proyecta una luz sobre nuestra pregunta acerca del origen de la poesía. La poesía es instauración por la palabra y en la palabra. Qué es lo que se instaura? Lo permanente. Pero ¿puede ser instaurado lo permanente? ¿No es ya lo siempre existente? ¡No! Precisamente lo que permanece debe ser detenido contra la corriente, lo sencillo debe arrancarse de lo complicado, la medida debe anteponerse a lo desmedido. Debe ser hecho patente lo que soporta y rige al ente en totalidad. El ser debe ponerse al descubierto para que aparezca el ente. Pero aun lo permanente es fugaz. "Es raudamente pasajero todo lo celestial, pero no en vano" ( IV, 163 s.). Pero que eso permanezca, eso está "confiado al cuidado y servicio de los poetas" ( IV, 145 ). El poeta nombra a los dioses y a todas las cosas en lo que son. Este nombrar no consiste en que sólo se prevé de un nombre a lo que ya es de antemano conocido, sino que el poeta, al decir la palabra esencial, nombra con esta denominación, por primera vez, al ente por lo que es y así es conocido como ente. La poesía es la instauración del ser con la palabra. Lo permanente nunca es creado por lo pasajero; lo sencillo no permite que se le extraiga inmediatamente de lo complicado; la medida no radica en lo desmesurado. La razón de ser no la encontramos en el abismo. El ser nunca es un ente. Pero puesto que el ser y la esencia de las cosas pueden ser calculados ni derivados de lo existente, deben ser libremente creados, puestos y donados. Esta libre donación es instauración.

Pero al ser nombrados los dioses originalmente y llegar a la palabra la esencia de las cosas, para que por primera vez brillen, al acontecer esto, la existencia del hombre adquiere una relación firme y se establece en una razón de ser. Lo que dicen los poetas es instauración, no sólo en sentido de donación libre, sino a la vez en sentido de firme fundamentación de la existencia humana en su razón de ser. Si comprendemos esa esencia de la poesía como instauración del ser con la palabra, entonces podemos presentir algo de la verdad de las palabras que pronunció Hölderlin, cuando hacía mucho tiempo la noche de la locura lo había arrebatado bajo su protección.

5.
Esta quinta palabra-guía la encontramos en el gran poema, poema inmenso que principia:



En azul amable florece
el techo metálico del campanario

(VI, 24 s. ).



Aquí dice Hölderlin (v. 32 s.):



Pleno de méritos, pero es poéticamente
como el hombre habita esta tierra.



Lo que el hombre hace y persigue lo adquiere y merece por su propio esfuerzo. "Sin embargo -dice Hölderlin en duro contraste-, todo esto no toca la esencia de su morada en esta tierra, todo esto no llega a la razón de ser de la existencia humana." Esta es "poética" en su fundamento. Pero nosotros entendemos ahora a la poesía como el nombrar que instaura los dioses y la esencia de las cosas. "Habitar poéticamente" significa estar en la presencia de los dioses y ser tocado por la esencia cercana de las cosas. Que la existencia es "poética" en su fundamento quiere decir, igualmente, que el estar instaurada (fundamentada) no es un mérito, sino una donación.

La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión. La poesía es el fundamento que soporta la historia, y por ello no es tampoco una manifestación de la cultura, y menos aún la mera "expresión" del "alma de la cultura".

Que nuestra existencia sea en el fondo poética no puede, en fin, significar que sea propiamente sólo un juego inofensivo. Pero ¿no llama Hölderlin mismo a la poesía, en la primera palabra-guía citada, "la más inocente de las ocupaciones"? ¿Cómo se compagina esto con la esencia de la poesía que ahora explicamos? Con esto retrocedemos a la pregunta que de pronto habíamos puesto a un lado. Y al contestar ésa pregunta tratemos a la vez de resumir ante la mirada interna la esencia de la poesía y del poeta.

El primer resultado fue que el reino de acción de la poesía es el lenguaje. Por lo tanto, la esencia de la poesía debe ser concebida por la esencia del lenguaje. Pero en segundo lugar se puso en claro que la poesía, el nombrar que instaura el ser y la esencia de las cosas, no es un decir caprichoso, sino aquel por el que se hace público todo cuanto después hablamos y tratamos en el lenguaje cotidiano. Por lo tanto, la poesía no toma el lenguaje como un material ya existente, sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico. Al contrario, entonces es preciso entender la esencia del lenguaje por la esencia de la poesía.

El fundamento de la existencia humana es el diálogo como el propio acontecer del lenguaje. Pero el lenguaje primitivo es la poesía como instauración del ser. Sin embargo, el lenguaje es "el más peligroso de los bienes". Entonces la poesía es la obra más peligrosa y a la vez "la más inocente de las ocupaciones".

En efecto, cuando podamos concebir ambas determinaciones en un solo pensamiento, concebiremos la plena esencia de la poesía.

Pero entonces: ¿es la poesía la obra más peligrosa? En la carta a un amigo, antes de su partida para el último viaje a Francia, escribe Hölderlin: "¡Oh amigo! El mundo está ante mí más claro que otra vez y más serio. Me gusta como va, me gusta, como cuando en verano el viejo padre sagrado, con mano tranquila, sacude la nube rojiza con relámpagos de bendición. Pues entre todo lo que puedo ver de Dios es esta señal la que se ha hecho predilecta. Antes saltaba de júbilo por una nueva verdad, una visión mejor de lo que está sobre nosotros y a nuestro alrededor; ahora temo que me suceda al final lo que al viejo Tántalo, que recibió de los dioses más de lo que podría digerir" (V, 321).

El poeta está expuesto a los relámpagos de Dios. De eso habla aquella poesía que nosotros reconocemos como la más pura poesía de la esencia de la poesía y que comienza:



Como cuando en día de fiesta, para ver el campo,
sale el labrador, en la mañana. . .

(IV, 151 s.).



Y se dice en la última estrofa:



Es derecho de nosotros, los poetas,
estar en pie ante las tormentas de Dios,
con la cabeza desnuda.
para apresar con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre, a él mismo.
Y hacer llegar al pueblo envuelto en cantos
el don celeste.



Y un año más tarde, después de que Hölderlin tocado por la locura regresa a la casa de su madre, escribe al mismo amigo, recordando su estancia en Francia:

"El poderoso elemento, el fuego de los cielos, la tranquilidad de los hombres, su vida en la naturaleza, su limitación y contentamiento, me han impresionado siempre y, como se repite de los héroes, bien puedo decir que Apolo me ha herido" (V. 327) . La excesiva claridad lanza al poeta en las tinieblas. ¿Se necesita todavía otro testimonio del máximo peligro de su "ocupación"? Lo dice todo el propio destino del poeta. Suena como un presagio esta palabra en el Empédocles de Hölderlin:



Debe partir a tiempo,
aquel por el que habla el espíritu

(III, X54).



Y, sin embargo, la poesía es "la más inocente de las ocupaciones". Hölderlin escribe así en su carta no sólo para no lastimar a su madre, sino porque sabe que este inofensivo aspecto externo pertenece a la esencia de la poesía de igual modo que el valle a la montaña. Pero ¿cómo se elaboraría y conservaría esta obra peligrosa, si el poeta no estuviera "proyectado fuera" de lo cotidiano, y protegido por la apariencia de inocuidad de su ocupación?

La poesía parece un juego y, sin embargo, no lo es. El juego reúne a los hombres, pero olvidándose cada uno de sí mismo. Al contrario, en la poesía los hombres se reúnen sobre la base de su existencia. Por ella llegan al reposo, no evidentemente al falso reposo de la inactividad y vacío del pensamiento, sino al reposo infinito en que están en actividad todas las energías y todas las relaciones (cf. la carta a su hermano, 14 de enero de 1799; 111, 368 s.).

La poesía despierta la apariencia de lo irreal y del ensueño, frente a la realidad palpable y ruidosa en la que nos creemos en casa. Y, sin embargo, es al contrario, pues lo que el poeta dice y toma por ser es la realidad. Así lo confiesa la Panthea de Empédocles en su clarividencia de amiga ( III, 78 ) .



...ser uno mismo.
Eso es la vida, y nosotros, los otros, somos ensueños de aquélla.



Así parece vacilar la esencia de la poesía en su apariencia exterior, pero, sin embargo, está firme. Es, pues, ella misma instauración en su esencia, es decir, fundamento firme.

Ciertamente toda instauración queda como una donación libre, y Hölderlin oye decir: "Sean libres los poetas como las golondrinas" (IV, 168 ). Pero esta libertad no es una arbitrariedad sin ataduras y deseo caprichoso, sino suprema necesidad.

La poesía como instauración del ser tiene una doble vinculación. En vista de esta ley íntima, aprehendemos por primera vez de un modo total su esencia.

Poetizar es el dar nombre original a los dioses. Pero a la palabra poética no le tocaría su fuerza nominativa, si los dioses mismos no nos dieran el habla. ¿Cómo hablan los dioses?



...Y los signos son, desde tiempos remotos, el lenguaje de los dioses

(IV, 135).



El dicho de los poetas consiste en sorprender estos signos para luego transmitirlos a su pueblo. Este sorprender los signos es una recepción y, sin embargo, a la vez, una nueva donación; pues el poeta vislumbra en el "primer signo" ya también lo acabado y pone audazmente lo que ha visto en su palabra para predecir lo todavía no cumplido.



... vuela el espíritu audaz
como el águila en la tormenta,
prediciendo sus dioses venideros



(IV, 135).



La instauración del ser está vinculada a los signos de los dioses. La palabra poética sólo es igualmente la interpretación de la "voz del pueblo". Así llama Hölderlin a las leyendas en las que un pueblo hace memoria de su pertenencia a los entes en totalidad. Pero a menudo esta voz enmudece y se extenúa en sí misma. No es capaz de decir por sí lo que es propio, sino que necesita de los que la interpretan. El poema que lleva por título La voz del pueblo se nos ha trasmitido en dos versiones. Ante todo, las estrofas finales son diferentes, aun cuando se complementan. En la primera versión dice la conclusión



Por eso, porque es piadosa y ama a los celestes,
venero la voz del pueblo, voz reposada.
Pero, por los Dioses y los Hombres,
que no sé complazca demasiado en su reposo

(IV, 141).



Y he aquí la segunda versión:



. . . En verdad
son buenas las leyendas, si son en memoria
del Altísimo, sin embargo, es preciso
uno que interprete lo sagrado

(IV, 144).



Así, la esencia de la poesía está encajada en el esfuerzo convergente y divergente de la ley de los signos de los dioses y la voz del pueblo. El poeta mismo está entre aquéllos, los dioses, y éste, el pueblo. Es un "proyectado fuera", fuera en aquel entre, entre los dioses y los hombres. Pero sólo en este entre y por primera vez se decide quién es el hombre y dónde se asienta su existencia, "Poéticamente el hombre habita esta tierra."

Ininterrumpidamente, y cada vez más seguro en medio de la plenitud desbordante de imágenes, Hölderlin ha consagrado su vocabulario poético, con la mayor sencillez, a este reino intermedio. Esto nos fuerza a decir que es el poeta de los poetas.

¿Pensaríamos ahora que Hölderlin se haya engolfado en un vacío y exagerado narcisismo por la falta de plenitud del mundo? o ¿reconoceremos que este poeta ha penetrado poéticamente el fondo y e1 corazón del ser con un excesivo impulso? Para Hölderlin mismo valen las palabras que dice Edipo, en aquel tardío poema, "En amable azul florece. . .":



Quizá el rey Edipo tiene un ojo de más

(VI, 2G).



Hölderlin poematiza la esencia de la poesía, pero no en el sentido de un concepto de valor intemporal. Esta esencia de la poesía pertenece a un tiempo determinado. Pero no conformándose a este tiempo como algo ya existente. Cuando Hölderlin instaura de nuevo la esencia de la poesía, determina por primera vez un tiempo nuevo. Es el tiempo de los dioses que han huido y del dios que vendrá. Es el tiempo de indigencia porque está en una doble carencia y negación: en él ya no más de los dioses que han huido, y en él todavía no del que viene.

La esencia de la poesía que instaura Hölderlin es histórica en grado supremo, porque anticipa un tiempo histórico. Pero como esencia histórica es la única esencia esencial.

El tiempo es de indigencia y por eso muy rico su poeta, tan rico que, con frecuencia, al pensar el pasado y esperar lo venidero, se entumece y sólo podría dormir en este aparente vacío. Pero se mantiene en pie, en la nada de esta noche. Cuando el poeta queda consigo mismo en la suprema soledad de su destino, entonces elabora la verdad como representante verdadero de su pueblo. Esto anuncia la séptima estrofa de la elegía Pan y vino (IV, 123). En ella se dice poéticamente lo que sólo se ha podido pensar analíticamente.



Pero ¡amigo! venimos demasiado tarde.
En verdad viven los dioses
pero sobre nuestra cabeza, arriba en otro mundo
trabajan eternamente y parecen preocuparse poco
de si vivimos. Tanto se cuidan los celestes de no herirnos.
Pues nunca pudiera contenerlos una débil vasija,
sólo a veces soporta el hombre la plenitud divina.
La vida es un sueño de ellos.
Pero el error nos ayuda como un adormecimiento.
Y nos hace fuertes la necesidad y la noche.
Hasta que los héroes crecidos en cuna de bronce,
como en otros tiempos sus corazones son parecidos en fuerza a los celestes.

Ellos vienen entre truenos.
Me parece a veces mejor dormir, que estar sin compañero
Al esperar así, qué hacer o decir que no lo sé.
Y ¿para qué poetas en tiempos aciagos?
Pero, son dices tú, como los sacerdotes sagrados del Dios del vino,
que erraban de tierra en tierra, en la noche sagrada.

Martin Heidegger

Diario de un seductor, 16 de Mayo

16 de Mayo

¡Qué bonito es estar enamorado, y qué interesante es saberlo! Ésa es la diferencia.
Podría enloquecer si pienso que por segunda vez se me ha escapado, y, sin embargo, en
cierto sentido me alegro. La imagen que conservo de ella oscila vagamente entre su
verdadera figura y la ideal. Y yo dejo que esta figura se me muestre, ya que su fascinación
consiste precisamente en la posibilidad que tiene de ser la misma realidad o la
realidad producida. Yo no estoy impaciente, pues pienso que ella tiene que vivir en la
ciudad, y de momento me basta esto. Esta posibilidad es condición para que su imagen, la
auténtica, se me pueda mostrar: hay que gozar de cada cosa a su debido tiempo. ¿Y no
debería estar yo tranquilo si me puedo considerar agraciado por los dioses, ya que me
tocó en suerte la rara felicidad de enamorarme otra vez? Es mucho, ya que ninguna arte ni
ningún estudio me lo pueden proporcionar; es un don. Pero si me ha sido concedido
poder de nuevo alimentar un amor, quiero ver hasta qué punto se deja atizar esa llama.
Yo alimento este amor como no alimenté el primero. Gozamos de tan pocas ocasiones
favorables, que, cuando aparece una, conviene aprovecharla, ya que por desgracia no
existe arte alguna para seducir a una jovencita, sino que es cuestión de suerte encontrar a
una digna de ser seducida. El amor tiene muchos misterios, y este primer enamoramiento
es también un misterio, y quizá no el más pequeño. La mayoría de los hombres se lanzan
al barullo, se enamoran o cometen otras tonterías y, en un abrir y cerrar de ojos, pasa todo
y ellos no saben ni lo que han ganado ni lo que han perdido. Dos veces ella se me apareció
y otras dos veces desapareció: con seguridad, esto quiere decir que pronto volverá a
aparecer más a menudo. Después de que José interpretó los sueños del Faraón, explicó: y
eso que tú soñaste dos veCes significa que pronto sucederá.
Sería, sin embargo, interesante si, con cierta antelación, se pudieran prever las
fuerzas cuya aportación constituye el contenido de la vida. Ella ahora vive
tranquilamente, no sospecha aún de mi existencia y mucho menos de lo que tiene lugar en
mi interior, ni de la seguridad con la que yo veo su futuro. Puesto que mi alma aspira
intensamente a la realidad, cada vez se va reforzando más. Si desde la primera mirada una
joven no nos causa una impresión tan profunda que nos evoque el Ideal, entonces, en
general, la realidad no es particularmente digna de ser deseada. Si, por el contrario,
produce esta impresión, entonces, aunque seamos duchos, se nota un sentido de opresión.
Yo aconsejo siempre a quien no esté seguro ni de su mano ni de su vista ni de su victoria
que intente todos sus ataques en este primer estadio, en el que, al estar oprimido, goza de
fuerzas sobrenaturales, ya que esta opresión es una singular mezcla de simpatía y
egoísmo. Por el contrario le faltará el gozo, ya que no goza de la situación porque está
ensimismado y escondido en ella. ¡Obtener lo hermosísimo es difícil; alcanzar lo
interesantísimo es fácil! Mientras tanto conviene llegar a lo más profundo que se pueda.
Éste es el verdadero gozo, y a fe mía no sé de qué gozan otros.
La simple posesión es demasiado poco y los medios de los que se valen algunos amantes son en general
mezquinos; no vacilan en recurrir al dinero, a la fuerza, a las influencias externas, a los
filtros de amor y a otros. ¿Qué gozo puede haber en un amor que no exige el abandono
absoluto de al menos una de las partes? Para esto, en realidad, se necesita el espíritu, y
esto es lo que en general les falta a esos amantes.

Soren Kierkegaard

martes, 2 de marzo de 2010

Carta a la amada inmortal

"Mi ángel, mi todo, mi yo... ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencias de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía y yo enteramente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos completamente unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fue horrible...
"Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...
"Tarde del lunes... Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo. Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. ¡¡¡Qué vida!!! ¡¡¡Así!!! Sin ti... perseguido por la bondad de algunas personas, que no quiero recibir porque no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el Universo, ¿qué soy yo y qué es aquél a quien llaman el más grande? Y sin embargo... ahí aparece de nuevo lo divino del hombre. Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas ¡mucho más te amo yo a ti!... ¡Buenas noches! En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las murallas del cielo!
"Buenos días, siete de julio.

Todavía en la cama se agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto jubilosos como tristes, esperando a ver si el destino quiere oírnos. vivir sólo me es posible, o enteramente contigo, o por completo sin ti.

Sí, he resuelto vagar a lo lejos hasta que pueda volar a tus brazos y sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo enviar mi alma al reino de los espíritus envuelta en ti. Sí, es necesario.

Tú estaras de acuerdo conmigo, tanto más conociendo mi fidelidad hacia ti, y que nunca ninguna otra poseerá mi corazón; nunca, nunca...

"¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá que estar separados, cuando se ama así? Mi vida, lo mismo aquí que en Viena, está llena de cuitas. Tu amor me ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más desgraciado. A mis años, necesitaría ya alguna uniformidad, alguna normalidad en mi vida. ¿Puede haberla con nuestras relaciones?... ángel, acabo de saber que el correo sale todos los días. Y eso me hace pensar que recibirás la carta en seguida.
Está tranquila. Tan sólo contemplando con tranquilidad nuestra vida alcanzaremos nuestra meta de vivir juntos. Está tranquila, quiéreme.

Hoy y ayer ¡cuánto anhelo y cuántas lágrimas pensando en ti... en ti... en ti, mi vida... mi todo!

Adiós...
¡quiéreme siempre! No desconfíes jamás del fiel corazón de tu enamorado Ludwig.

Eternamente tuyo,
enternamente mía,
eternamente nuestros.

viernes, 26 de febrero de 2010

Glenn Gould, Beethoven Piano #5

El 5to Concierto para Piano de L. van Beethoven con el gran pianista Glenn Gould








domingo, 21 de febrero de 2010

Papageno, Ein Mädchen oder Weibchen




Ein Mädchen oder Weibchen
Wünscht Papageno sich!
O so ein sanftes Täubchen
Wär' Seligkeit für mich!
Dann schmeckte mir
Trinken und Essen,
Dann könnt' ich mit
Fürsten mich messen,
Des Lebens als Weiser mich freun,
Und wie im Elysium sein!
Ein Mädchen oder Weibchen
Wünscht Papageno sich!
O so ein sanftes Täubchen
Wär' Seligkeit für mich!
Ach, kann ich denn keiner von allen
Den reizenden Mädchen gefallen?
Helf' eine mir nur aus der Not,
Sonst gräm' ich mich
wahrlich zu Tod!
Ein Mädchen oder Weibchen
Wünscht Papageno sich!
O so ein sanftes Täubchen
Wär' Seligkeit für mich!
Wird keine mir Liebe gewähren,
So muß mich die Flamme verzehren!
Doch küßt mich ein weiblicher Mund,
So bin ich schon wieder gesund!




Una muchacha o una mujercita
es lo que Papageno desea.
¡Oh, una suave pichoncita
sería para mí la bienaventuranza!
Entonces me sabrían bien
la comida y la bebida,
entonces podría competir
con los príncipes,
disfrutaría la vida como un sabio
y estaría como en el Elíseo.
Una muchacha o una mujercita
es lo que Papageno desea.
¡Oh, una suave pichoncita
sería para mí la bienaventuranza!
¡Ay! ¿Pero es que nunca
gustaré a ninguna de todas esas
encantadoras muchachas?
Que alguna me saque de mi miseria;
de lo contrario, moriré de dolor.
Una muchacha o una mujercita
es lo que Papageno desea.
¡Oh, una suave pichoncita
sería para mí la bienaventuranza!
¡Si ninguna me concede su amor,
me consumirán las llamas!
¡Pero si me besa una boca de mujer,
enseguida estaré sano otra vez!

viernes, 5 de febrero de 2010

El joven a sus juiciosos consejeros

¿Pretendéis que me apacigüe? ¿Que domine
este amor ardiente y gozoso, este impulso
hacia la verdad suprema? ¿Que cante
mi canto del cisne al borde del sepulcro
donde os complacéis en encerrarnos vivos?
¡Perdonadme!, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra
el oleaje surgente de la vida
hierve impaciente en su angosto lecho
hasta el día en que descansar en su mar natal.

La viña desdeña los frescos valles,
los afortunados jardines de la Hesperia
sólo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago
que penetra como flecha el corazón de la tierra.
¿Por qué moderar el fuego de mi alma
que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce?
¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme
mi elemento de fuego, a mí que sólo puedo vivir en elcombate?

La vida no está dedicada a la muerte,
ni al letargo el dios que nos inflama.
El sublime genio que nos llega del Éter
no nació para el yugo.
Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña
en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
arrastra por un momento al nadador,
que muy pronto se sumerge, su cabeza ceñida de luces.

¡Renunciad al placer de rebajar lo grande!
¡No habléis de vuestra felicidad!
¡No plantéis el cedro en vuestros potes de arcilla!
¡No toméis al Espíritu por vuestro siervo!
¡No intentéis detener los corceles del sol
y dejad que las estrellas prosigan su trayecto!
¡Y a mí, no me aconsejéis que me someta,
no pretendáis que sirva a los esclavos!

Y si no podéis soportar la hermosura,
hacedle una guerra abierta, eficaz.
Antaño se clavaba en la cruz al inspirado,
hoy lo asesinan con juiciosos e insinuantes consejos.
¡Cuántos habéis logrado someter
al imperio de la necesidad! ¡Cuántas veces
retuvisteis al arriesgado juerguista en la playa
cuando iba a embarcarse lleno de esperanza
para las iluminadas orillas del Oriente!

Es inútil: esta época estéril no me retendrá.
Mi siglo es para mí un azote.
Yo aspiro a los campos verdes de la vida
y al cielo del entusiasmo.
Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
la bella, la vida Naturaleza.

Friedrich Hölderlin

La vida es para vivirla, no para morir ni para la pereza ni el letargo.

"Vivamos resueltamente, de manera total, plena y bella" Nietzsche

Vomito a los tibios de espíritu.

Me repugnan los tibios de corazón, los mediocres de espíritu, los que no pueden gritarle SÍ a la vida con todo su sufrimiento y su alegría.
Me dan nauseas quienes tengan miedo de vivir, quienes tengan miedo de guiarse por sus instintos, quienes no puedan tomar una postura, opinión o idea y defenderla hasta el fin.
El hombre trágico se caracteriza por la aceptación de la vida, sabe de la finitud y del sufrimiento de los entes individuales y aun asi acepta la vida: le dice "sí".
El consuelo metafisico que nos deja la tragedia consiste en saber que en el fondo, a pesar de su profundo dolor, la vida es indestructiblemente bella, poderosa y placentera. Profundo es el dolor, pero el placer lo es aun más.
La vida vale la pena no para vivir examinándola, sino para vivirla: vivir para vivir, vivir para reir, para servirnos de la vida y elevarnos como se eleva una ola sobre el mar, para vivir resueltamente, de manera total, plena y bella.

Paulina Rivero Weber en "Nietzsche, verdad e ilusión"

viernes, 22 de enero de 2010