sábado, 19 de junio de 2010

Como cuando en dia de fiesta

Como cuando en día de fiesta, a ver el campo
va un labrador, por la mañana, después
que en la noche tibia los rayos helados cayeron
sin cesar, y a lo lejos aún suena el trueno,
entra el río de nuevo en sus márgenes,
y fresco el suelo verdea,
y de la lluvia alegre del cielo
gotea la viña, y brillando
en el tranquilo sol se alzan los árboles del bosque

así estáis bajo un propicio tempero
vosotros, los que no educa ningún maestro, sino,
maravillosamente omnipresente, en leve abrazo,
la potente Naturaleza de hermosura divina.
Por eso cuando ella parece dormir, en ciertos tiempos del año,
allá en el cielo o entre las plantas o los pueblos,
también se entristece el rostro de los poetas;
parecen estar solos, pero la presienten siempre.
Pues presintiéndose reposa ella misma.

Pero ahora amanece! Yo esperé y lo vi venir,
y sea mi palabra lo que vi, lo sagrado.
Pues ella, ella misma, que, más antigua que los tiempos,
está por encima de los dioses del occidente y del oriente,
ella, la Naturaleza, ha despertado ahora con ruido de armas,
y desde lo sumo del éter hasta lo hondo del abismo,
según firmes leyes, como otrora, engendrada en el sagrado Caos,
se siente de nuevo la animación,
de nuevo, la creadora de todo.

Y como en los ojos le brilla un fuego al hombre
cuando proyecta lo elevado, así
de nuevo, ante los signos y los hechos del mundo,
ahora se ha encendido un fuego en las almas de los poetas.
Y lo que ocurrió antes, pero apenas fue sentido,
ahora por primera vez se hace manifiesto,
y los que nos labraban sonriendo el campo,
en apariencia de siervos, son reconocidos,
los vivificadores, las fuerzas de los dioses.

¿Les preguntas? En la canción sopla su espíritu,
si con el sol del día y la cálida tierra
despierta, y las tormentas que van por el aire y otras
que, más preparadas en las honduras del tiempo,
y más henchidas de numen, y más significativas para nosotros,
marchan entre cielo y tierra y por entre los pueblos.
Del Espíritu común pensamientos son,
que terminan en silencio en el alma del poeta.

Para que súbitamente tocada ésta, conocedora
de lo infinito ha largo tiempo, sacudida
por el recuerdo e inflamada por sagrado rayo,
se logre el fruto nacido en el amor, la obra de los dioses y los hombres,
el cántico, que de ambos dé testimonio.
Así cayó según cuentan los poetas, su rayo en la casa
de Semele cuando ella anheló ver realmente al dios,
y, ceniza mortalmente tocada, parió
al fruto de la tormenta, al sagrado Baco.

Y por eso ahora beben fuego celestial
sin peligro los hijos de la tierra.
Pero a nosotros nos toca, bajo las tempestades de Dios,
¡oh poetas!, permanecer con la cabeza descubierta,
captar el rayo del Padre, a él mismo, con nuestra propia mano,
y entregar al pueblo, velados
en la canción, los celestes dones.
Porque sólo nosotros somos de corazón limpio
como los niños, y nuestras manos, son inocentes.

El puro rayo del Padre no lo consume
y sacudido en lo más hondo, compartiendo las penas
de un dios, sin embargo, el corazón eterno permanece firme


Hölderlin

1 comentario:

  1. Hay una versión del mismo que finaliza

    "Pero ay de mí! si de...
    ¡Ay de mí!
    .........
    Y dije en seguida
    que me acerqué a contemplar a los celestiales,
    que ellos mismosme arrojaron a lo profundo, entre lso vivientes, al falso sacerdote, en la ocuridad, para que cantase a los iniciados, la canción de advertencia.
    Allí..."

    Creo que es interesante tener en cuenta el final trunco de este poema ya que cambia en todo, su sentido. La cancion de advertencia ubica a Hölderlin en una situación de ruptura con el Sturm un Drang.
    Saludos, exelente publicación.
    PD: no tendrías a disposición más material del Hölderlin?

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